viernes, 19 de abril de 2013

SITUACIÓN ACTUAL DE LAS FAMILIAS EN EL PERÚ

La humanidad entera hoy protagoniza su destino en la más profunda de la crisis de valores que paradójicamente promueve una corriente de hedonismo y consumismo alienante; y nos ofrece un ambiente altamente nocivo para cultivar valores. Esta crisis de valores se expresa en la falta de capacidad y aptitud de gobernar y orientar auténtica y pertinentemente nuestras vidas.
Los efectos subliminales de ese avance vertiginoso de la ciencia y tecnología, hicieron que generaciones enteras se entreguen en la diversidad de comportamientos antisociales y antivalores, las que hoy podemos llamarlas lacras y aberraciones sociales. En este contexto, la educación sistemática como proceso sustancial de formación integral del hombre fue minimizado a una escala superestructural insignificante y se ha atrincherado en los centros escolares como una tarea adyacente y tangencial de la sociedad.
Los frutos de esta educación, sea formal o informal, en todos los niveles y modalidades; ha engendrado desde nuestro punto de vista una sociedad de antivalores donde el sistema de valoración humana, las concepciones y estilos de vida se han deteriorado hasta el punto que van calando a la propia humanidad. Diariamente, se va edificando un ejército de antihumanistas; niños, jóvenes e individuos de todas las edades que se están saturando bajo el efecto de ola globalizante, sumergiéndose en actos perjudiciales y destructivos para la vida misma.
Como producto de las condiciones económicas sociales históricamente determinadas, la sociedad peruana actual, descansa sobre la base de un matrimonio patriarcal monógamo y en los pilares de una familia individual moderna, en cuya esencia se da la esclavitud doméstica y disimulada de la mujer.
La familia peruana, cuales quiera que sea su status social; se encuentra sellada de una evidente jerarquización y ésta, es producto de todo el resto de esa jerarquización de la sociedad.
Dentro de esa jerarquización, las clases populares de nuestra sociedad se encuentran divididos en hombres y mujeres, marcados por el poder de aquellos cuyo trabajo es básicamente asalariado, ejercido sobre aquellos cuyo trabajo fundamentalmente no es asalariado.
En este contexto, el matrimonio se presenta como la constitución de una sociedad formado entre un varón y una mujer, jurídicamente resuelto con igualdad de derechos y obligaciones, en donde, los hijos son los primigenios herederos de las riquezas de los progenitores. El núcleo básico de existencia de este tipo de matrimonio es monogamia patriarcal, modelo típico de la “sociedad de consumo”, que es la forma angular de cualquier sociedad civilizada contemporánea clasista. Por ello, el matrimonio que conocemos y que somos producto de ello, como afirma Engels “... es monogámico en el sentido etimológico de la palabra, pero de ningún modo lo es en su sentido histórico” (1), que se basa en la preponderancia del varón sobre la mujer y la indisolubilidad del matrimonio y a la cual están atados como opresiones intrínsecas e incrementadas, el adulterio y el meretricio.
Estas familias son machistas porque así también son los varones, que por muy amorosos, generosos y comprensivos que sean, no quieren perder totalmente la autoridad sobre la mujer. Es decir, “...la familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica (...) el hombre es en éste tipo de familia, el burgués: la mujer representa en ella al proletariado...”(2)
El Estado peruano con gran evidencia participa en la vida de las familias; por un lado, con sus normas y criterios morales de tono conservador y autoritario, que acepta y rechaza, prohíbe y castiga las conductas de los individuos; segrega e impone conductas psicosexuales cargadas de una serie de valores que deforma e inhibe el desarrollo normal de la sexualidad; y por otro lado, ésta misma sociedad, promueve coercitivamente un alud de estímulos y actividades relacionados con el sexo, las mismas que alteran y deterioran la moral de la sociedad. Consecuentemente, se generan las complicaciones sociales como: la masturbación, las aberraciones y perversiones sexuales, la prostitución, las violaciones, los crímenes, las enfermedades de transmisión sexual, etc., que tarde o temprano repercuten en la vida y salud de los pueblos. En estas condiciones la moral vigente, se convierte en una “moralidad” patológica, represiva y autoritaria, conllevando consiguientemente a la crisis de la sociedad y de las familias.
Por lo tanto, consideramos a todo este fenómeno como uno de los problemas apremiantes de la sociedad en general, como un problema que se encuadra en la relación entre el individuo y la sociedad, que no solo puede resolverse por el derecho, obra de la sociedad organizada por el Estado, sino ha de ser resuelto en esferas de carácter económico, político, cultural y sobre todo en el aspecto moral y sexual.
Como consecuencia de este fenómeno, la niñez y la juventud de hoy, ya vive una era de frustración y desvalorización, porque con el cuento de la sociedad del conocimiento, los padres de familia ya no brindan amor ni cariño a sus hijos. La práctica de valores humanos y la esencia de la vida familiar van deteriorándose a la par que aumentan incesantemente las lacras y aberraciones sociales, como por ejemplo: la prostitución, la drogadicción, el alcoholismo, pandillajes, homosexualismo, violaciones, matanzas, suicidios, etc. hoy alcanzan dimensiones insospechadas Bajo estas circunstancias, esta generación joven viene integrándose a la sociedad mostrando una imagen y conducta carentes de afecto y de calor humano, frustrados por la irracionalidad de esta moderna civilización. La capacidad del pensamiento sensorial de los individuos se acentúa cada vez más sobre la capacidad del pensamiento lógico; ello hace que esta generación juvenil supervivan hominoidemente más atraídos por los antros y las lacras sociales que socavan su dimensión y hasta su esencia cultural de la perfección humana.
Por el otro lado, mares de familias, especialmente parejas de matrimonios prematuros se sientes preocupados y hasta pidiendo a gritos mejores estilos de vida que garanticen la estabilidad familiar y el equilibrio de la sociedad. Diariamente, minuto a minuto, segundo tras segundo, las parejas se golpean, se divorcian, se odian. Hay adulterio e infidelidad por doquier. Pareciera que estas actividades fueran ya normales en la vida de las familias modernas. Sin embargo, los únicos que pagan el plato roto son los hijos que nos avizoran una generación futura en extinción.


(1), F. Engels: “El Origen de la Familia, de la Propiedad Privada y el Estado”.101.
(2) F. Engeles, Ob. Cit., Pág. 103.

5 comentarios:

  1. tiene muy remarcado un punto de vista, no explica el tema desde un ambito general.
    "Consecuentemente, se generan las complicaciones sociales como: la masturbación, las aberraciones y perversiones sexuales, la prostitución" ¿es en serio? ¿desde cuando la masturbación es un problema? es algo totalmente natural, este post no sirve.

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  2. Malísimo, homosexualismo? Es acaso malo?

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  3. Malísimo, homosexualismo? Es acaso malo?

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